Su estupidez circula diario, tu coche no. 

El Hoy No Circula nos ha dejado unas perlas de estupidez de nuestros políticos que vale la pena dejar plasmadas, namás por el puro gusto. 

Para empezar la medida misma. 

El Hoy No Circula NO resuelve, vamos, no ayuda siquiera a resolver el problema de contaminación. 

Aquí estamos sin que circulen los cero, doble cero, menos cero, el uno, el dos, el tres y al infinito y más allá, y nada. Seguimos respirando mierda. Es literal, mierda

Hay menos tráfico, eso si, pero ni tan menos. 

Ah, pero, ¿qué tal las marchas? 

Según el gobierno de la ciudad, no contaminan.

Según Delfino Hernández, experto en Riesgos Naturales de la Universidad Autónoma Metropolitano (UAM),  las marchas contribuyen entre 15 y 20% a la contaminación, esto porque las marchas son continuas y no están reguladas, se realizan en horas pico donde el calor y el poco aire concentran la contaminación de ozono de los autos que están detenidos, de los microbuses, de todo el transporte. 

Tu, ¿a quién le crees?

Si, yo también. 

¿Los microbuses? ¿Los peseros? ¿Los taxis? ¿Las patrullas? No, ¿como crees? Eso es la ecología pura. 

¿Y qué pedo con Uber? ¿Nueve veces la tarifa? La verdad es que nos dio a los chilangos una lección de economía pura, de cómo funciona el capitalismo. No nos gustó. 

Los que no quisimos pagar nueve veces la tarifa (perdón que lo repita, pero, ¿te cae? ¿Nueve pinches veces?), usamos toda la limitada y mediocre gama de alternativas a nuestro alcance: 

El Metro, donde llega, claro.  

La bici, en la que uno se juega el pellejo de que los micros lo confundan con un tope. 

El microbús, al que no hay que subir sin haber hecho testamento y guardando la cartera a un lado de tus partes privadas.

El taxi, que es igual de seguro que el microbús pero con menos gente y con amenidades como el peluche en el tablero, la jerga húmeda en el piso, el zapatito colgando del espejo, el chofer que no es la misma persona del permiso, todo al ritmo de los Ángeles Azules y 🎶🎶 Si besando la cruz estás tú / Si rezando una oración estas tú / Como te voy a olvidar / Como te voy a olvidar🎶🎶. 

Pero no, hubieron los que quisieron coche a la puerta de su casa, chofer bañado y vestido de traje, agüita pal calor, Spotify … y pagaron NUEVE PINCHES VECES la tarifa. 

Luego resognaron y, como nos gusta aquí, le pidieron chichi a papá gobierno.  Serrano, desde la SEMOVI, estuvo presto y dispuesto a dar la chichi y hacer que Uber diera las nalgas.  Se le pidió a Uber que de manera solidaria, o séase a huevo, topara su tarifa dinámica a 4.9

Como bien dice Ivabelle Arroyo,  el gobierno está encareciendo el uso del automóvil con el Hoy no Circula y abaratando el uso del automóvil con Uber. Es esquizofrénico.

Luego están los diputados federales y su puntada de que van a rentar, con cargo a ti y a mi, claro, autos híbridos o eléctricos para circular diario. Nos va a costar 29 millones de pesos, así nomás. 

Lo mejor fue la justificación de la diputada Nancy Sánchez. Aquí te la dejo íntegra:

«Los legisladores, las comisiones sobre todo, deben moverse por diversos rumbos, con oportunidad y celeridad«.

Ya ni la chingan. 

¿Y los ciudadanos que son para los que trabajan? ¿Nosotros no tenemos que movernos con oportunidad y celeridad a nuestros trabajos, a nuestras casas, al estadio a ver perder al América? Que no mamen. 

Ni caso tiene de que me queje del Hoy No Circula. La verdad es que soy partidario del abandono del coche. No hay manera de que nuestra ciudad (ni ninguna otra) sea viable si seguimos apostándole al automóvil. 

Eso es una cosa y otra cosa es otra cosa. 

Si el gobierno de la CDMX quiere resolver el problema de la contaminación y, de paso, el de movilidad, aquí le dejo una idea: Vamos en Grupo.  

Durante el 2014 junté 42,000 firmas que llevé a la ALDF para promover la Ley de Movilidad Solidaria. 

La idea era que pudieras pagar parte de tu prefisl con una porción del gasto que destinamos al transporte escolar, ya sea como padres de familia o como escuelas. Esto haría que más gente usara el transporte escolar y salieran menos coches en la hora pico. 

¿Te gusta la idea? Pues a la ALDF no. La iniciativa sigue en la congeladora. 

A ti, ¿qué más se te ocurre que podemos hacer tú y yo?

Soy la revolución de uno

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No soy un tipo fácil. Los que me quieren lo saben, a veces también lo sufren. 

Siempre he sentido mi cuerpo como un rehén de mi alma curiosa, insatisfecha, sedienta de más, siempre más; impaciente, incapaz de estar en un mismo sitio, de atender una única cosa, de quedarse quieta, de escribir un texto a la vez. 

Mi mente me ha parecido eternamente diminuta para contener el torbellino de mis ideas, la lluvia de estrellas constante, fulminante, que todo lo ilumina por instantes breves y después apenas queda el lampareo, el deslumbrón de pensamientos cubiertos de polvo sideral que se iluminan de nuevo con la llegada de más astros fugaces cayendo. 

Todavía me pasa.

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La mía es una búsqueda constante, continúa, cruel, sin cuartel ni tregua ni paz, por aquello que me crezca, amplíe mi horizonte, engrandezca mi entender y satisfaga, acaso brevemente, mi curiosidad insaciable. 

La vida la he llevado sin más reglas que las que he escogido para mi (aquí están). Sin creer en más religión que aquella que convence a mi razón y se burla de los ídolos ajenos, hechos de barro, de telarañas, supersticiones, de mitos y supercherías hijas de los miedos e ignorancia del pasado. 

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Por años me miré al espejo lleno de dudas, preguntando si había alguien más afuera que fuera como yo. Tal vez había una tribu perdida a la cual secretamente pertenecía, siempre con la certeza de que no, de que era yo solo, que la revolución que luchaba era entonces, como lo es hoy, una revolución mía, una revolución de uno. 

Y si, y no. 

Es verdad que soy uno, como también es verdad que hay más unos. Que allá afuera hay muchos y tantos revolucionarios de uno. 

Esta va para ustedes. 

Para los que aman como debe amarse, desbocada, desenfrenada, desmedidamente; a sí mismos, a los demás. 

Los que no encajan, no embonan, no cuadran. 

Los que saben que el bien y el mal no están sujetos a votación, los que descreen de la razón de la mayoría. 

Los que sueñan con los ojos abiertos y vuelan con los pies en la tierra. 

Los que nunca han querido ser, sino que siempre han sido. 

Los que escuchan —No se puede— y es como si oyeran —A ver si puedes, te reto.

Los que miran la luz al final del túnel y corren hacia ella sin importarles si se trata de la salida o de un tren que viene en sentido contrario. 

  
Los que son el rayo de sol que penetra la nube gris de la tormenta y también son la tormenta, la lluvia, el relámpago que cruza el cielo, el trueno que estremece la tierra. 

Los que se saben cisnes en estanques de patos desde mucho antes de que sus plumas se tornaran blancas y sus cuellos de estiraran. 

Los que no son la oveja descarriada ni la negra ni ninguna otra porque nunca han sido parte del rebaño, ni ovejas siquiera. 

Los soldados del ejército del silencio estridente. 

Los que llevan la música del flautista de Hamelin flotando en sus labios, los que bailan su propio son, los que llevan su propia canción. 

Los que están solos en una multitud. 

Los que se bastan a sí mismos. 

Los que miran al miedo de frente y le pelan los dientes. 

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Los que prefieren brillar, arder, consumirse en su propio polvo de estrella a apagarse en el hoyo negro de la corriente. 

Los que prefieren las preguntas a las respuestas. Los que llevan un eterno —¿Por qué? —en la boca. Para los que las respuestas engendran más preguntas en un círculo virtuoso que se expande a la velocidad de la luz y al tamaño del universo mismo. 

Los que no temen al infierno porque ya han estado ahí antes y no vieron nada que llamase mucho su atención. 

Los que de niños llegaban a casa con las rodillas sucias de pasto, de mugre, de tierra; a veces de sangre también. 

Los exploradores de patios traseros, terrenos baldíos y parques. 

Los pescadores de sueños que se sientan en la cuenca de la luna nueva. 

Para los revolucionarios de uno. 

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