Ayer recibí el aviso de la escuela de mis hijas sobre la implementación del programa Mochila Segura
Me hizo enojar.
Por supuesto, hice saber a la escuela mi negativa a autorizar la revisión de las pertenencias de mis hijas.
Mi posición no es caprichosa y a continuación explico mis razones:
- La revisión aleatoria de pertenencias es una invasión a la privacidad de las personas que va en contra de los valores más elementales de una sociedad de leyes y de respeto a los derechos humanos.
- Nuestros hijos, todos nuestros hijos, tienen derecho a la privacidad e intimidad que les representan sus mochilas y loncheras. Revisarlas de forma aleatoria y arbitraria viola ese derecho elemental.
- El que sean niños y su capacidad de defensa esté disminuida no hace menor la violación. De hecho, la agrava. Nos toca a nosotros, como los adultos responsables de ellos, velar por sus derechos.
- La revisión no es inofensiva. Si se acostumbra a las personas, desde niños, a la violación sistemática de éste derecho por las figuras de autoridad en sus vidas (la escuela, los maestros, los padres), cuando llegan a la edad adulta ya no les importa el mismo, ya están condicionados.
- Cuando la renuncia o dilución de derechos se hace ordinaria, se hace normal, entonces el resto de los derechos también pueden ser diluidos o disminuidos. No puedo aceptar está normalización para mis hijas. Tampoco creo que la podamos aceptar como sociedad para los demás alumnos.
- Puede alegarse —se alega, de hecho— que la razón de dilución de éste derecho está justificado en las consideraciones de seguridad que lo rodean, pero la historia nos ha demostrado que cuando se renuncia a los derechos en favor de la seguridad, al cabo del tiempo no se tienen ni derechos ni seguridad.
- Por lo demás, el programa y la revisión misma, están prohibidas por nuestra Constitución pues nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles o posesiones, sino en virtud de mandamiento escrito de la autoridad competente, que funde y motive la causa legal del procedimiento; mandamiento que debe ser individualizado y singular.
Sobre los horribles hechos en Monterrey que empujaron a ésta aberración, solo me queda decir una cosa: el problema no está en la mochila, sino en casa. Algunos padres de hoy en día han abdicado de su responsabilidad para con sus hijos. El iPad les parece una niñera adecuada “para que se entretenga el niño“. No mamen.
A los hijos hay que darles amor, atención, supervisión, guía, tiempo en cantidad y calidad. Hacer un hábito en casa platicar los altibajos de la vida, desarrollar una relación de confianza mutua y, sobre todo, de valorización de su persona.
El problema se resuelve haciéndolos más personas, no menos. El problema se resuelve dándoles derechos y obligaciones, no violando los que tienen.