Señor licenciado Andrés Manuel López Obrador; Presidente electo de los Estados Unidos Mexicanos;
Quiero felicitarlo por su triunfo del domingo 1 de julio de 2018.
Leo en la comentocracia que es la meta alcanzada tras 18 años de lucha. Se equivocan. Los suyos son 18 años de campaña; su lucha tiene, por lo menos, 30 años. Tal vez 40.
De todo corazón le deseo éxito en su presidencia. Créame.
No sé si usted lo sepa pero de esos 18 años de campaña tuvo en mi a un opositor a sus aspiraciones presidenciales desde el tema del Encino.
Cierto: fui un adversario pequeño y débil. No había mucho que pudiera yo hacer más allá de difundir mi opinión escrita y votar por los candidatos contra los que usted compitió. Así lo hice en sus tres campañas.
El domingo voté contra usted sabiendo que en esta ocasión usted ganaría.
Y si: usted ganó.
Su triunfo, don Andrés, es el equivalente a una segunda Revolución Mexicana, ésta, afortunadamente, sin sangre.
Usted lo sabe.
No por nada ha llamado a una Cuarta Transformación de la República.
Tendrá usted en sus manos más poder del que ha tenido un Presidente, quizás, desde tiempos de Lázaro Cárdenas.
Las aplastantes mayorías legislativas en el Congreso de la Unión y las legislaturas locales; los gobiernos estatales; la Ciudad de México y sus alcaldías; los cientos de municipios; todos conquistados por usted. No por Morena y sus candidatos, mucho menos por el PT o el PES y los suyos. No, por usted.
Los victoriosos del domingo lo fueron con usted, para usted, por usted y, sin usted no son nada.
Ellos lo saben. Ellos le deben y a usted se deben. Ellos actuarán en consecuencia.
Tiene usted, además, el mandato más amplio del que ha gozado un Presidente en los últimos 50 años y la legitimidad que le da el que casi el 60% de los participantes hayan votado por usted.
Don Andrés, señor, nunca han sido más ciertas las palabras que dio el tío Ben al Hombre Araña antes de morir: Un gran poder implica una gran responsabilidad.
Es suya la responsabilidad de conducir a nuestra Patria hacia el bien y la prosperidad, de combatir la corrupción y de brindar oportunidades a todos los mexicanos, especialmente a los que menos tienen.
Quiero encargarle encarecidamente a nuestra frágil democracia.
Si, lo sé, es una señora jodona, enfermiza, llena de contradicciones y contrariedades, muele mucho y cuesta mucho más.
Aún así, se la encargo.
Mire, don Andrés, usted dijo el domingo que quiere pasar a la Historia como un gran Presidente. Yo clarito lo escuché.
Deje le digo una cosa importante: los grandes lideres de la historia son aquellos que han engrandecido a sus naciones desde el respeto a las libertades y que han sido defensores de los valores liberales de igualdad, legalidad y fraternidad; de la democracia, pues.
Gandhi, Mandela, Roosevelt, Churchill, Lincoln, Walesa, Masaryk, Madero; todos grandes, todos liberales, todos demócratas. Nada me daría más gusto que verlo entre ellos.
Usted ha dicho representar un rayo de esperanza, hoy es desde ahí, desde la esperanza, que le escribo.
Estoy listo para la reconciliación. Estoy listo para sumarme a éste gran esfuerzo transformador suyo y los suyos.
Más que nada, señor, estoy listo para darle el beneficio de la duda y espero poder decir al paso del tiempo que me equivoqué, que usted tenía razón, que lo juzgué mal, que el suyo era el camino.
De verdad estoy listo. Es más, estoy dispuesto.
Le prometo esto, don Andrés: si usted cumple su palabra, yo empeño la mía en ser su aliado. Si no, que la Nación se lo reclame. Tenga la certeza que yo lo haré.
Le deseo suerte a usted, a su gobierno, a nuestro México.
Estoy listo, señor Presidente. Espero que usted y su equipo lo estén también.
Estas en lo cierto, yo haré lo mismo. love u
Estoy de acuerdo con usted. Ahora nos toca que entre todos le demos un buen empujón a nuestro país pero un empujón hacia arriba y con mucha fuerza. En lo que sea necesario pretendo apoyar. Y si de alguna forma se requiere de mí que me lo digan. Buenas noches.
Me encanta leerte Alberto; con claridad y contundencia logras plasmar en letra escrita lo que tantos sentimos y pensamos…ojalá en algunos años podamos decir, con honor y alegría, que estabamos equivocados…que así sea!