¿Pueden independizarse los Estados del norte?

¿Pueden independizarse los Estados del norte? ¿Pueden agarrar sus chivas, separarse del resto del país y romper el Pacto Federal?

La Constitución no tiene un mecanismo de suma o resta de Estados a la Federación, por lo que la respuesta fácil es que no, peeeeeerooooo … pu’e que si.

Los gobernadores de los Estados de Aguascalientes, Chihuahua, Coahuila, Colima, Durango, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Nuevo León y, Tamaulipas –integrantes de lo que ellos llaman la Alianza Federalista– andan muy gallos, muy machines.

Andan diciendo que sus gobernados son los que producen la lana, que el Gobierno Federal se la gasta en caprichitos que en nada los beneficia y que si López sigue así, pues mejor que aquí se rompió una jerga y que se vayan López y los Estados del sur a la ….

Empezaron con plantear la renegociación del Pacto Fiscal y ésta semana, Enrique Alfaro de Jalisco y el Bronco Rodríguez de Nuevo León llegaron a flotar la idea de agarrar sus chivas y separar a sus Estados del resto del país.

¿Pueden romper el Pacto Federal y separarse de la Unión o son puras chamarras mentales?

Como dije, la Constitución no tiene un mecanismo de suma o resta de Estados a la Federación, por lo que la respuesta fácil es que no.

Peeeeerooooo …

Lo que si dice la Constitución es que la nuestra es una República federal, compuesta de Estados libres y soberanos unidos en una federación. También dice que la soberanía nacional reside en el pueblo y que el pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.

Podría alegarse, entonces, que el pueblo de estos Estados podría decidir, libremente, en ejercicio de su soberanía originaria y de su derecho inalienable, alterar el Pacto Federal.

Se me ocurre, por ejemplo, una consulta de esas que le gustan a López y a sus seguidores en la que los ciudadanos de estos Estados confirmen si quieren seguir siendo parte de los Estados Unidos Mexicanos o si prefieren independizarse y formar un país nuevo. ¿Cuál sería el resultado? No lo sé. La apuesta se antoja alta como para rifársela en una pelea se gallos.

Si, ya imagino la respuesta de los puristas diciendo que, según la Constitución, la pertenencia a la Unión no puede ser materia de consulta, pero la verdad es que en tiempos de la Cuarta Restauración la ley es lo de menos y muy mucho menos en el tema de las consultas. —No me vengas con argumentos leguleyos —López dixit.

Ahí están el aeropuerto, el tren, la refinería, la cervecería y los ex-.presidentes de fierro, pariente y el que agarra los fierros, a los fierros se atiene.

Hablando de fierros, éste sería el camino “legalito” pero está, también, el camino de los hechos.

¿Qué necesitan estos Estados para separarse de la Unión por la vía de los hechos? Muy poco, o mucho, dependiendo de la respuesta del centro.

Podrían despertarse, un día, y decir –De aquí para acá, ya no somos parte de los Estados Unidos de México y somos la República Federalista de México.

Las fronteras y garitas de paso serían las casetas de peaje en las carreteras federales. Los puertos, aeropuertos, bases militares, plantas de energía y demás bienes federales serían ocupados por el gobierno del nuevo país e, imagino, harían una propuesta de indemnización económica al país que dejan atrás. El peso podría seguir siendo moneda de curso en lo que se echa a andar una nueva que, espero, no se llame varo. La República Federalista podría reconocer como suyos los compromisos internacionales asumidos por los Estados Unidos de México y buscar el reconocimiento internacional.

Si el gobierno central los deja ir en paz, en eso quedaría.

Pero López no es de los que se queda con la espina adentro. En Palacio Nacional toda comezón ha de rascarse, por lo que es probable que intentaría retenerlos por la fuerza.

¿Podría? Creo que no.

Los intentos violentos por retener territorios y gobernados que quieren separarse rara vez funcionan.

Tarde o temprano, los movimientos separatistas –pacíficos o violentos– se imponen. Ejemplos sobran: la India, las Coreas, Taiwan y China, todos los países del Medio Oriente, casi todos los países de África, todas las naciones integradas a la extinta URSS y, ahora Brexit.

Si, también hay ejemplos contrarios como la Guerra Civil americana o las tormentas de Irlanda del Norte y el Reino Unido, y los intentos fallidos de Cataluña, Escocia y Quebec de separase de España, el Reino Unido y Canadá; pero son los menos.

Y en el caso de México, los separatistas nunca han perdido. Nuestra propia independencia, la separación de Texas, la de la Alta California y los territorios de Nuevo México, Guatemala, Yucatán. Si a eso le suma uno que el Norte de por si es bravo, cuna de tipos de la casta de Pancho Villa, Álvaro Obregón y Pascual Orozco … pues así blanditos, lo que se dice blanditos, no eh.

Los separatistas contarían, sin duda, con simpatías de los militares dentro de sus fronteras u oriundos de sus tierras. Los unionistas tendrían que forzar una permanencia por la vía de las armas.

No imagino al ejercito mexicano abriendo fuego en contra otros mexicanos, civiles o militares. El nuestro es un ejercito entrenado en la disciplina de la protección.

Mucho menos imagino al gobierno gringo sentado tranquilo durante una guerra civil en su patio trasero. La última vez, hace menos de 100 años, no les gustó y hasta Veracruz ocuparon. Si la historia es una guía, mirarían con buenos ojos y hasta brindarían apoyo a una entidad más afín a sus intereses, políticas públicas e idiosincracia económica que sirviera de buffer entre ellos y la olla de miseria en la que la Cuarta Transformación está hundiendo a los que se quedarán bajo su bota.

Así que, de que hay modo, hay modo.

Ojalá que no.

Ojalá que los mexicanos volvamos a ser los que fuimos cuando el temblor del 2017. Ojalá regresemos a esos tiempos en los que eran más fuertes nuestras coincidencias que nuestras diferencias, en los que no queríamos dividirnos en fifis y chairos y derechairos y liberals y conservadores y neoliberales y norteños y sureños.

Ojalá dejemos de permitir que el odio que se escupe a diario en la mañanera desde Palacio Nacional deje de dividirnos.

Ojalá.

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1984 región 4T

Los mexicanos vivimos una versión región cuatro de la novela 1984 de George Orwell. Los mejores libros son los que nos dicen lo que ya sabemos. Mire usted si no:

Tenemos nuestro Gran Hermano, que todo lo mira, que todo lo sabe, que nunca se equivoca. El Gran Hermano que es a la vez líder revolucionario, padre benefactor, ogro iracundo. Que es, sobre todas las cosas, la encarnación misma del Pueblo Bueno y Sabio.

El Gran hermano actúa a través de un Partido de Estado, un Partido que desea tener el poder por amor al poder mismo, al que no le interesa el bienestar de los demás; solo le interesa el poder.

Nuestro diccionario de Neolengua incluye agregar la palabra “Bienestar”, así con B mayúscula, a programas sociales fallidos y remedos de institutos de salud truncos donde lo único que no se genera es bienestar. Incluye un Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado plagado de corrupción, malos manejos y robos que se esconden por debajo de la alfombra. Una rifa que no es rifa en la que se sortea un avión que no se sortea y se reparten premios que no se reparten. Una incorruptible Secretaria de la Función Pública que no tiene cómo explicar un patrimonio de seis casa que apesta a corrupción propia y de su marido, que absuelve a los corruptos de casa y a los de veintiséis casas. Incluye una Fiscalía Autonoma que nos es autónoma, que filtra videos y denuncias que afectan a los adversarios pero que ni Pío dice de los videos del hermano del Gran Hermano recibiendo fajos de dinero en efectivo. Incluye llamar corrupción al dinero contabilizado que recibe un partido de oposición en ciernes y aportaciones voluntarias al movimiento el dinero a escondidas que recibe ese mismo hermano del Gran Hermano.

Los ideólogos, apologistas, fundamentalistas y maromeros del régimen son excelsos maestros en el arte de Doblepensar, que no tienen empacho en sostener dos ideas mutuamente contradictorias al mismo tiempo. La ortodoxia significa no pensar, no necesitar el pensamiento. Su ortodoxia es la inconsciencia.

Maromeros, Partido y Gran Hermano son todos ellos la Cuarta Transformación. Un nuevo Movimiento (contrario a la democracia, el capitalismo, la cultura y la ciencia) que, como el Ingsoc en la Oceanía de Orwell, tiene el objetivo consciente de perpetuar la falta de libertad y la desigualdad, detener el progreso, congelar la historia en un momento elegido y perpetuar la división entre los ciudadanos.

Nadie obtiene el Poder con la intención de dejarlo. No se establece una dictadura para salvaguardar una Transformación; se hace la Transformación para establecer una dictadura.

Como no tenemos llenadera, la versión Mexica de los dos minutos de odio son las dos horas de mañanera en la que nos recetamos peroratas chabacanas del Gran Hermano en las pantallas que llevamos en nuestro bolsillo a todos lados.

Aquí se denuncia, siempre sin pruebas, a Calderon y a Salinas, a los conservadores, a los corruptos, a los de antes; enemigos todos del Pueblo Bueno y Sabio y de la Cuarta Transformación del Gran Hermano Macuspano. Son nuestra dosis diaria de fuertes estallidos de odio y resentimiento dirigidos a las representaciones del enemigo. Son el cadalso cotidiano de la unidad nacional.

Por eso es que ahora también tenemos un Ministerio de la Verdad y una Policía del Pensamiento que persigue a los que osamos pensar contra el Partido, tener dudas sobre el Gran Hermano o cuestionar cualquier acción de la Cuarta Transformación.

Ésta semana el Presidente sacó un estudio de lo mal que lo tratan los medios, de cómo lo critican, de cómo no dicen nada bueno de su régimen.

Si. El Presidente López exhibió una lista negra de comentaristas (en la que tengo la vengüenza de no figurar, chale) culpables de éste terrible Crimental preparada por su Goebbels moderno y Ministro de la Verdad, Jesús Ramirez Cuevas. En eso gasta su tiempo, recusros, energía y dinero nuestro gobierno, en identificar Crimentales.

El Gran Hermano te vigila.

A nuestro Gran Hermano región cuatro le interesan más la narrativa sobre el pasado y los ataques de la prensa no solo porque le preocupa su imágen ante la posteridad y la forma en que encajaría en su visión historiográfica, sino porque sabe que el verdadero poder, no es poder sobre la realidad o las cosas sino sobre las personas.

Mientras controle a las personas, ¿qué mas da la realidad? ¿Qué mas dan 70 mil muertos de COVID, los feminicidios, los niños con cáncer y sin medicinas, la corrupción galopante de los amigos del régimen, el desplome de la economía, la militarización del país, el alza del crimen? ¿Qué mas da?

Nada de eso ocurre en realidad. Lo imaginamos. Es una alucinación. Todo ocurre en la mente y solo lo que allí sucede tiene una realidad.

El poder consiste en hacer pedazos las mentes humanas y volver a unirlas en nuevas formas que el Líder elija. Mientras controlen la mente, controlaran la realidad, aunque la realidad se empeñe en aplastarlos. La cordura no depende de las estadísticas.

La guerra es la paz. La libertad es la esclavitud. La ignorancia es la fuerza. Dos más dos es cinco.

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López no entiende de dinero.

El Presidente López es un hombre brillante. Lo digo en serio, sin burla. Es inteligentísimo. Es, quizás, de los hombres más listos que han ocupado la Silla del Águila.

Ese es el problema.

Las más de las veces, la inteligencia superior va acompañada de la soberbia. La vida le enseña temprano a la gente inteligente que es capaz de tanto que la va cegando a aquello que no pueden dominar con sus habilidades.

Es tanto lo que pueden, tanto lo que saben que lo que no pueden ni saben no les importa. Están tan seguros de sus certezas que se van quedando sin dudas.

Así le pasa a López con el dinero. No sabe como se genera riqueza, ni como se gana, ni como se invierte o se ahorra, ni como se cuida, se produce, se usa. No lo entiende.

Y como no lo entiende, no le importa.

Cuando en el debate presumía de que solo llevaba 200 pesos en la cartera, cuando dice que no tiene bienes ni cuentas de banco ni tarjetas de crédito, lo hace con el orgullo de quién desprecia lo que no sabe, lo que no entiende.

El Presidente cree que el costo de cancelar el aeropuerto de Texcoco fueron los miles de millones que se le deben a los inversionistas, contratistas o trabajadores. Cree que el de Santa Necia, el Tren Maya y Dos Bocas cuestan los miles de millones que se le están pagando al ejército, las constructoras y sus proveedores.

No se da cuenta de que el verdadero costo es la confianza.

Él mira el dinero que había invertido en los fideicomisos públicos y le parece absurdo que no pueda disponer libremente de esos recursos para atender lo que cree que son las necesidades del país. Las razones legales y presupuestales para los fideicomisos le parecen nimiedades técnicas.

Quiere romper el círculo de corrupción en la compra de medicinas o en el huachicol de gasolina y manda cerrar la llave. No ve que interrumpir el suministro va a generar escasez y un mercado negro y que, como ha sido dolorosamente evidente en el caso de las medicinas de niños con cáncer, reponer las cadenas de abasto requiere tiempo, esfuerzo, dinero y mucho ingenio.

Confunde la falta de inversión (austeridad, le llama) con el ahorro. Como no sabe hacer cálculos y proyecciones a futuro, no comprende el efecto multiplicador del dinero invertido en proyectos productivos y desconfía del crédito. ¿Qué tal que mañana no le alcanza para pagar? Eso sin hablar de sus convicciones religiosas que ven el interés como usura y pecado.

Se acuerda de sus juventudes en Tabasco y los años de gloria de PEMEX y cree que el petróleo sigue siendo oro negro y que PEMEX debe ser el motor de desarrollo del país. El costo hundido en plantas de energía de la CFE le parece un desperdicio indigno. La cascada de retornos en disminución (cuando las utilidades cada vez son menores) en relación con la inversión y el costo de oportunidad y del dinero le parece ciencia arcana tecnócrata.

Él hace sus cuentas —lo imagino en su escritorio con una calculadora Casio de las de rollo de papel, un cuaderno y un lápiz corto con la punta chata— y cree que le alcanza.

Alcanza para becar ninis, aunque no produzcan; para echar a andar una refinería, aunque tengamos otras a menos de la mitad de su capacidad; para hacer un tren maya de pasajeros, aunque no haya mercado; para meter y meter y meter dinero a PEMEX aunque sea un hoyo negro sin fondo.

Alcanza y, si no llegara a alcanzar, ahí están los empresarios para que abran sus carteras, saquen más dinero, paguen más impuestos y mantengan al país.

Es en esto último, en su idea de los empresarios, en donde más se nota y donde más daño hace que el Presidente no entienda de dinero.

Él, que no ha producido un solo peso, que no ha generado nada de riqueza en su vida, cree que los empresarios son esa caricatura dibujada por el Fisgón: cerdos vestidos de frac, chaleco de seda negra y monóculo en el ojo, sentado sobre una caja fuerte llena de dinero fumando un cigarro mientras el pobre lo mira con angustia.

López cree que todos los empresarios son los ricos multimillonarios con los que ahora se rodea: Salinas Pliego, Cabal Peniche, su compadre Miguel Rincón, Carlos Slim, Patricia Armendáriz que quiere la chamba de SHCP, Bernardo Gómez que lo acercó a Kushner y Trump; por mencionar algunos. Cree que los empresarios tienen cajas fuertes y cofres de llenos de dinero mal habido e inagotable.

Y no. La verdad es que no.

El 95.4 por ciento de las empresas en México son microempresas; un 3.6 por ciento son pequeñas empresas, y otro 0.8 por ciento de las PyMEs en México está conformado por las medianas empresas. Las PyMEs generan 72% del empleo y 52% del Producto Interno Bruto (PIB) del país.

O sea, casi todos los empresarios son pequeños y casi todos los empleados trabajan para una PyME.

Los empresarios en México no tienen fuentes inagotables de recursos, ni cajas secretas llenas de dinero. Se la rifan, por ellos y por los que dependen de ellos.

Sin confianza en el país y su futuro, sin reglas claras sobre el manejo de recursos, sin solidaridad, facilidades ni ayuda en estas épocas de vacas flacas, sin condiciones de para generar riqueza cada vez serán más las PyMEs que cierren, los empleos que se pierdan.

Cada vez generaremos menos riqueza y seremos un país cada vez más pobre hasta alcanzar la idea que el Presidente tiene de nuestra economía.

Y lo peor de todo es que el Presidente ni siquiera entiende que no entiende.

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