Los amigos de Lozoya

Estaba yo muy contento escribiendo un texto sobre el Baby’O, las anécdotas e historias propias y de amigos y conocidos cuando el pendejo de Emilio Lozoya tuvo antojo de pato laqueado y se lanzó al Hunan a rascarse esa comezón con sus amigos. Pinche Lozoya y sus pinches amigos.

Y hablando de amigos, creo que este texto me va a costar un par.

Eso es porque aquí no voy a enfocarme en Lozoya ni en el Hunan ni en su pato laqueado que me mama. No. Lo que aquí me interesa son las otras tres personas a la mesa, los amigos de Lozoya.

Lozoya es un corrupto de mierda que recibió un soborno de 13 millones de dólares a cambio de favores cuando fue director de PEMEX. No lo digo yo, lo confesó él mismo ante el MP cuando acordó ser el chivato de la FGR y cantar las canciones que gustan en Palacio Nacional. Esta mordidita de 13 millones es de la que no hay duda, pero tengo la certeza de que no fue la única ni la más grande.

El que Lozoya sea un corrupto confeso no pareció importarle a las otras tres personas que lo acompañaron a comer en el Hunan. Son sus amigos. Se dejan ver públicamente con él y se insultan de que Lourdes Mendoza haya tenido la poca madre de interrumpir su tertulia con su cámara.

Y los entiendo. Muy a mi pesar, los entiendo.

Todos tenemos un amigo corrupto. TODOS.

Hay niveles, cierto. No todos los corruptos reciben mordidas de 13 millones, o muchas casas, o sobres de dinero con aportaciones voluntarias al movimiento. Como dice Molotov, hasta la basura se separa. Nuestro amigo corrupto no tiene que ser miembro del gabinete, ni gobernador, ni director de una paraestatal. Vamos, no tiene que ser ni hermano del presidente. Puede ser un corrupto sencillo: un policía, un agente del MP, un funcionario de ventanilla en cualquier dependencia gubernamental. No importa. El caso es que todos tenemos un amigo corrupto.

Y todos sabemos que ese amigo es corrupto.

¿Cómo sabemos que es corrupto? Las más de las veces lo sabemos justo porque es nuestro amigo, porque nos tiene confianza y, en voz baja pero con la cabeza en alto, nos cuenta abiertamente de sus corruptelas. Hay amigos corruptos más discretos, pero basta con ver como viven y hacer cuentas para saber que con lo que ganan no les alcanza para esa vida y, que son corruptos.

Ah, y como los que estaban con Lozoya, nadie le hacemos vacío a nuestro amigo corrupto. Con él aceptamos compartir nuestra mesa, lo invitamos a nuestra casa, echamos unos tragos, coincidimos en la escuela de los niños o en las fiestas de los otros amigos que tenemos en común.

Es verdad que a la mayoría nos causa malestar la convivencia con nuestro amigo corrupto. Nos incomoda que nos relacionen con él. En privado, en nuestras casas, con nuestras parejas, con otros amigos, hacemos comentarios sobre ellos y su corrupción.

Pero hasta ahí llega.

Nadie deja de invitar a su amigo corrupto a la fiesta o a la boda o a la cena o al convivio por que ese amigo es corrupto.

Algo dice de nuestra sociedad el que todos odiemos la corrupción, la reconozcamos como uno de los males más profundos que aquejan y hunden a nuestro país y que, sin embargo, no le hagamos el feo a nuestros amigos corruptos, pero no sé bien a bien qué.

Quizás es el reconocimiento implícito de que las instituciones públicas en México están diseñadas no solo para proteger, sino para fomentar la corrupción.

Según el barómetro global de corrupción publicado por Transparencia Internacional, el 34% de los usuarios de servicios públicos en México ha pagado una mordida. Esto es uno de cada tres. Si estas leyendo esto en un lugar público, la persona a tu derecha o a tu izquierda, ellos o tu han pagado un soborno en el último año.

Cuando ésta medición general es deconstruida por sectores, los resultados son para llorar (más).

Aquí te van de mayor a menor:

El 52% de los ciudadanos que ha interactuado con la policía en el ultimo año ha pagado un soborno. Hay policías buenos y honestos, pero claramente son los menos. ¿Abrazos no balazos? No hay necesidad. Ya no hay quien de los balazos. La plaza está rendida.

Le siguen los servicios públicos como agua y luz. El 30% de las personas que han querido recibir agua o luz han tenido que sobornar a alguien para ello. Ahora imagina como será cuando la CFE vuelva a ser todopoderosa.

El 25% de las personas que hacen un trámite para recibir una identificación como el INE, la licencia de conducir o el pasaporte han tenido que dar mordida. ¿A alguien le sorprende que el robo de identidad vaya a la alza?

Los siguientes rubros son de llorar, no tanto por sus porcentajes, que son elevados, sino porque son los rubros más sensibles para la gente más pobre. En las escuelas públicas, el 19% de los estudiantes tienen que caerse con sus cuotas, esas que según ya se habían acabado. En los hospitales públicos y de seguridad social, el 16% de los usuarios tiene que dar una mordida para que los atiendan.

Los datos son demoledores para un gobierno cuyo presidente se ufana de honesto y que llegó al poder con el discurso de limpiar la casa.

Además del amigo corrupto, todos tenemos, también ese amigo que sabemos que es buen corruptor. Ese que es ducho para la mordida, para entenderse con las autoridades, con la policía de tránsito, con los coyotes de la Delegación (ahora Alcaldía), del Municipio, del Registro Público, del fisco, de la CFE, de todos lados. Unas gotitas de aceite por aquí, una sonrisa por allá, un apretón de manos con un billete hecho cuadrito chiquito entre los dedos y listo, los obstáculos burocráticos desaparecen. Ese amigo también es corrupto. Distinto, pero corrupto.

Cuando la corrupción es la regla y no la excepción, cuando es la única forma de recibir servicios públicos, nuestros amigos corruptos dejan de parecernos tan malos. Algunos hasta los comprenden y van a comer pato laqueado con ellos.

Citando al gran sabio mexicano y filosofo contemporáneo, don Hector Suárez, “Por eso estamos como estamos” y “Bueno, pero ¿qué nos pasa?”

El Golpe de Estado ya está dado.

Cuando la campaña del 2018 escribí que mi voto no sería en favor de ninguno de los candidatos en la boleta. No, mi voto sería contra López.

Aunque había razones de sobra para ello, la principal, la fundamental para mi, era que a López la ley le vale madre. Para él y los suyos, el derecho es, en el mejor de los casos, un estorbo y, en el peor, una herramienta para usar en contra de los adversarios.

Así, despreciando y haciendo uso faccioso de la ley, es como se destruyen las democracias y nacen las dictaduras.

Ojalá me hubiese equivocado, pero no.

Lamentablemente, a lo largo de estos casi tres años, López y sus esbirros me han dado la razón. Ejemplos sobran. Ahí están la cancelación del aeropuerto y de la planta cervecera por consulta amañanda y a mano alzada, el freno de mano y luego el manotazo en la mesa a la energía limpia y renovable, el asalto, coptación, desmantelamiento o embestida en contra de los organismos autónomos; todo por encima de la ley, todo por sus huevos.

Todo es parte del golpe de Estado que López ha dado y que sigue dando.

Un golpe de Estado es cuando un determinado grupo toma o intenta tomar el poder por la fuerza violando las leyes, con la finalidad de desplazar a las autoridades legítimas vigentes.

Dirán muchos que 30 millones de votos en elecciones limpias no pueden considerarse como una toma violenta del poder y que los cambios emprendidos por López son parte de la transformación del régimen por la que votaron esas 30 millones de personas. Dirán esto con la cara en alto y, algunos, hasta convencidos de su razón. Lo dirán con orgullo y a sabiendas de que mienten.

El que López haya llegado pacifica y legalmente al poder por la vía democrática de los votos no quiere decir que, ya sentado en la silla del Aguila, no esté dando un golpe de Estado. El que todavía no haya balaceras y muertes por motivos políticos no quiere decir que el golpe no esté siendo violento y contrario a la ley. Claro que de las balaceras y muertes del crimen organizado y los abrazos a las madres de narcos a media carreta, mejor ni hablamos.

Un nítido ejemplo del golpe de Estado y su violencia han sido estas últimas dos semanas.

La obligación de entregar nuestros datos biométricos a las compañías de telefonía móvil, la expropiación del Club Campestre en Tijuana, la amenaza de muerte a los consejeros del INE y, la cereza en el pastel, la ‘ampliación de mandato’ en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Empecemos por el tema de los datos biométricos. ¿qué son, para qué los quiere el gobierno y por qué es esto un problema? Los datos biométricos simples son tus huellas digitales, el timbre de tu voz, el patrón del iris en tus ojos y tus rasgos faciales. Hay otros más complejos como tu material genético, pero parece que el gobierno, todavía, no va por ellos.

El manual de uso cuatrotero de tus datos biométricos.

¿Qué no los tiene ya? Si. Si estas dado de alta en el SAT o tienes pasaporte, el gobierno ya tiene tus datos biométricos simples. Los recaba al momento de dar de alta tu RFC o al momento de expedirte un pasaporte.

¿Entonces? Ah, pues en un país con una economía informal de casi el 60%, no hay tanta gente registrada ante el SAT y hay mucha menos gente aún con pasaporte. En cambio, la inmensa mayoría de los mexicanos tenemos una línea de telefonía móvil. Es más, ya hay más gente con líneas móviles que con líneas fijas.

Bueno, ok, pero ¿para qué los quiere? Para empezar, para tenerlos. Parece una tontería, pero si. El gobierno quiere tus datos biométricos para tenerte plenamente identificado. Quiere saber quién eres, cómo eres, qué haces y dónde vives. Quiere tenerlos porque el tenerlos es una forma de checarte, fiscalizarte, controlarte. El día que quieras puedes cambiar tu domicilio, tu ocupación, tu número telefónico, hasta tu nombre. NUNCA puedes cambiar tus datos biométricos.

¿Ves qué peligroso?

Luego está la expropiación del Club Campestre en Tijuana. Esto no lo hizo el gobierno federal de López, sino su cuate Jaime Bonilla, el gobernador de Baja California que mandó a hacerse una ley para ‘ampliar su mandato’ de dos a seis años y al que la Corte le dijo —No, mi ciela.

Bonilla va de salida y está enojado con los empresarios de Baja California, especialmente los de Tijuana, pues los culpa de muchos males (unos reales, la mayoría inventados). El peor de sus pecados es haberse opuesto a que Bonilla extendiera su gobierno más allá del tiempo para el cual fue electo.

Pues bueno, con algunos meses que le quedan a su gobierno, al puro estilo vengativo cuatrotero, Bonilla decidió expropiar el club campestre de Tijuana bajo el argumento de que se necesitan parques en la ciudad. Por la fuerza, torciendo la ley, pretende chingarle a sus adversarios su propiedad. Así de cabrón.

Pinches ricos, que se jodan.

Luego está la amenaza de muerte a los consejeros del INE. Ah pa’ shulada, verdá de Dios.

Félix Salgado Macedonio es impresentable. Vividor del presupuesto, bully, bravucón y pendenciero; presunto violado de, al menos, cinco mujeres y amigo íntimo del círculo cercano del Presidente López. Con estos innegables méritos, quiere ser gobernador de Guerrero a huevo, a cómo de lugar.

Además de todas estas gracias, Salgado es tramposo. Hizo precampaña, lo negó y no reportó sus gastos. Por presión de López en sus tiempos de opositor, lo que hizo Salgado es ilegal y se castiga con la pérdida de la candidatura. Esa es la ley y así la aplicó el INE.

¿Qué hicieron Salgado y Mario Delgado? Amenazar de muerte a los consejeros, con un ataúd con su nombre en un mitin, azuzando a sus seguidores a dar con la casa de Lorenzo Córdova y Ciro Murayama para cobrarles la factura.

¿Qué hizo el presidente López? Ah, pues dijo que Salgado y Delgado hicieron bien, que aunque sea la ley, la sanción es injusta y que los consejeros del INE son como el mismísimo diablo, merecedores de lo peor y más.

Para cerrar esta la ‘ampliación de mandato’ de Zaldivar, el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

La Ley y la 4T

Morena y López, por sus pistolas, porque pueden, decidieron una maniobra para darle dos años más a Zaldivar al frente de la Corte. La Constitución dice expresamente que eso está prohibido, pero a López eso lo tiene sin cuidado. Aquí la única Constitución que vale es la de sus huevos.

Este, el de Zaldivar, es el segundo intento de López y sus secuaces de ‘ampliar un mandato’ más allá del tiempo que marca la Constitución. La razón es siempre la misma: Si para que se consolide la cuarta transformación y la voluntad del pueblo de que cambien las cosas se requiere que Bonilla o Zaldivar continúen en su puesto más años de los que la Constitución manda, pues ni modo, que se queden y que se joda la Constitución.

Y si, si se jode la Constitución hoy, nada impide que se joda mañana, y el mes que entra durante las elecciones y en 2024 cuando alguien más decida que mejor se queda sentado en la Silla para consolidar su golpe de Estado, su Cuarta Transformación como él la llama.

Así que no nos engañemos, el golpe de Estado de López ya está dado. En nosotros está detenerlo o dejarlo pasar este 6 de junio.

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Para mis lectores que siguen esperando alguna señal.

Felix, el violador.

Favor de leer el siguiente párrafo a ritmo de la canción “Sergio el bailador”:

🎶Llegó, llegó. Llegó, llegó. Ya llegó, Felix el violador. Llegó, llegó. Llegó, llegó. Ya llegó, y será gobernador.🎶

Y si. Cómo la 620, estación de radio AM que escuchaban nuestros abuelos, Felix es la música que llegó para quedarse.

Llegó porque López lo llevó. Se quedará porque López lo puso. Será gobernador porque López así lo quiere. Su grey obedecerá, votará y al diablo con las (presuntas) violaciones.

Félix es impresentable desde endenantes.

Cualquiera que haya estado en Acapulco entre 2005 y 2008 vio como el narco se hizo del control desnudo del puerto. Felix era el presidente municipal, pero los Beltrán Leyva y «La Barbie”, eran los que partían el queso. ¿Qué digo partían el queso? Eran los dueños del queso, del cuchillo con el que se partía y del plato en el que se servía.

Todos los vimos en los antros y discos de Acapulco, en sus restaurantes, en sus calles y playas. Todos sabíamos de sus casas en Las Brisas y en Diamante, fáciles de distinguir por los escoltas con armas largas en las puertas y esquinas.

Fue tal el descrédito que el PRD lo dejó en la congeladora hasta que el Mesías de Macuspana lo cubrió en su manto redentor y lo hizo senador junto con Nestora Salgado, que no es su pariente, pero comparte su afinidad por la violencia y su desprecio por la ley (pero esa es otra historia).

Aún en la congeladora partidista, Félix se ha mantenido como un cacique poderoso en su tierra como director local del periódico La Jornada, desde dónde brindó apoyo mediático y logístico a los Abarca en su campaña para la presidencia municipal de Iguala.

Si, esos mismos Abarca que apoyó López y que luego fueron los que mandaron quemar a los estudiantes de Ayotzinapa porque les estaban echando a perder un acto de campaña (esa también es otra historia).

Desde su poder Félix ha hecho lo que ha querido. Desde pleitos callejeros estando borracho o grifo, cobrar comisión por todo lo que se construyó en Acapulco durante se gobierno, ser socio silencioso de todos los bares y restaurantes que tenían que pasarle su mesada para que no los clausurara, hasta (presuntamente) violar a, al menos, 3 mujeres.

Todo esto se sabe. No es nuevo. Como tampoco es nuevo el estilo de vida que se da sin que nadie pregunte como es que alguien que sólo ha sido servidor público y empleado de un periódico puede costear lujos como sus motocicletas, sus coches, sus relojes, su casa en la playa.

Diría Chico Che, 🎶¿Quién pompo? Tararan, tararan. ¿Quién pompo? Tararan, tararan. ¿Quién pompo esas cositas, quién pompo?🎶

Pero, ¿por qué Morena lo hizo senador y lo hará gobernador? y ¿por qué López lo defiende?

Ah, pues por tres razones. Ahí te van:

1. López no se equivoca.

En Morena y en el gobierno esto es un dogma de fe.

Nunca, ni en los dos años de gobierno, ni antes tampoco, hemos visto a López reconocer un error. Él es la voluntad del pueblo hecha persona y, como tal, es infalible. Aunque el más visible de esto es el tema del aeropuerto, ejemplos sobran.

Si él ya dijo que Félix es el candidato, él ya dijo y se acabó.

2. El feminismo es el único movimiento real que le ha hecho ruido a la Cuarta Restauración.

Las manifestaciones. Las pintas. Las preguntas incómodas en la mañanera. El reclamo por la dignificación de la menstruación y la eliminación del IVA a los productos para atenderla. El enojo por la cancelación de guarderías y albergues para mujeres violentadas. Los gritos y protestas porque las están violando, las están matando. Todo esto ha abierto un frente de desgaste a un gobierno que se dice Liberal y de Izquierda (no lo es, pero eso es otra historia).

La vida del presidente López le ha demostrado que el que cede, pierde; lo que resiste, apoya. Demostrar quién manda aquí es uno de los principios rectores y pilares principales de su gobierno.

No hay forma de qué López esté dispuesto a ceder ni tantito a la presión de un movimiento que considera opuesto, o por lo menos, distinto, al de su gobierno, sus intereses, su lucha que es la única lucha que importa, que cuenta. Prefiere perder la elección que cambiar de candidato. Prefiere meterle mano a la elección, que perderla.

3. López y la mayoría de su partido son machistas.

En Morena hay muchas militantes que se ostentan como feministas. Olga Sánchez Cordero, Citlali Hernández y Estefanía Veloz, son las más visibles, pero no las únicas. También son una minoría que cuenta poco o nada en las decisiones reales del gobierno o del partido. Son flores de ornamento. Sirven para que se llenen la boca de decir que este es un gobierno y un partido incluyente para las mujeres.

La verdad es que Morena es un partido de machos, para machos y por los machos. Es un reflejo del conservadurismo moral, social y religioso de su mesías.

Lo vemos en su oposición al derecho al aborto, en la desaparición si programas de salud reproductiva, en la burla y el desprecio por el reclamo social de la violencia contra las mujeres. Su lugar es en la casa, preparando de comer, haciendo las labores de lugar, cuidando de los niños y de los viejitos. Así las ven.

Por eso poco le importa a López, a Mario Delgado, a Ricardo Monreal y al resto de la pandilla el que Félix haya o no violado a estas mujeres. Como dije hace años en mi texto #SiMeMatan, para ellos ellas tienen la culpa de que las hayan violado. Si, fue su culpa, por putas. Mira como se visten. Checa nada más como bailan. Son unas calientahuevos. Siempre andan prendiendo el boiler y, a la mera hora, se rajan de meterse a bañar; y linduras cómo estas.

Así que Félix se quedará como candidato a la gobierno de Guerrero por Morena y las mujeres que están convencidos de la causa de la gestión de López tendrán que hacer de tripas corazón.

Pero esta puede ser la punta de la madeja que acabe por deshilachar a la cuarta restauración.

Las mujeres, todas las mujeres, deben tomar conciencia de lo que está pasando, de lo poco que las mujeres y sus problemas le importan a este gobierno y a su partido. Los hombres que por nuestra condición somos ajenos a las vicisitudes de las mujeres, debemos solidarizarnos ellas.

Todos, mujeres y hombres, debemos preguntarnos si al presidente y a su partido no les importa llevar a un violador a la gubernatura de un Estado, ¿qué más están dispuestos a hacer y a dejar pasar con tal de lograr sus ambiciones de poder?

Todos debemos hacernos esta pregunta y todos debemos votar en consecuencia.

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