Adiós, cuate. 

Se va Chabelo. Con él se va el equilibrio del cosmos. Creo que es una señal más de que el Apocalipsis está acerca. 

No es broma. 

Hay ciertas constantes sobre las que descansa la armonía y el orden del universo: la gravedad, E=mc2, en Familia con Chabelo. 

Cuando Dios dijo —Hágase la luz—, del otro lado del cuarto se oyó una voz a la vez aguda y aguardientosa que decía —Órale, cuate. No tan brillante que me deslumbras. 

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Y ahora se va. 

A mi, mí maestra nunca me dio un beso a la salida, pues nunca jamás hice los palitos derechitos. Ni que decir del garabato colorado. Ese nunca hizo aparición en casa. Pero Chabelo si. Religiosamente. Cada domingo. 

Tuve fantasías eroticas de solo imaginar que podría ganar un día la dotación de juguetes Ara, esa que se escondía detrás de la cortina de una Katafixia y patrocinaban las jugueterías del mismo nombre. 

Sufrí con ver a cada niño que veía su bicicleta Bimex transformarse en una sala de muebles Troncoso. Mientras sus padres brincaban de alegría, se abrazaban, sonreían; su mundo se hacía trizas. 

Crecí con la certeza de que la escalera loca de Pancho Pantera me haría lo que el viento a Juárez y que el carro deslizador Avalancha sería mío. 

Nave espacial, barco pirata, bólido de carreras

Ni que decir de la dotación de Ricolino o del triciclo Apache (Duran, duran. Duran, duran. Duran, duran.). Todavía se me hace agua la boca. 

Pero eso no era todo. 

Chabelo, cuando combatió a los monstruos con Pepito, me enseñó que habían tacos de nana, de buche, de nenepil. 

Es sobrino del tío Gamboin, amigo de la Pájara Peggy, a veces nieto del Tata y bailó na na nana, na na na nana na na al ritmo de Gina Montes. 

Chabelo es parte intrínseca de mi infancia, como lo fue de la de mi padre, como lo fue de la del suyo (que, además, nació y creció en Siria), y así por generaciones y generaciones y generaciones hasta Noe que bajó del Arca y recibió saludos del señor Aguilera. 

Y ahora se va. 

Correrá con la misma suerte, el mismo destino que la Carabina de Ambrosio, el Chavo, la Popis, el Ñoño, la Chilindrina, don Ramón, Pituca, Petaca, Chiquidracula, GC, Cascarrabias, Taqueshi, Koyi, Chivigon, la Señorita Cometa, Patasverdes, Mafafa, Pitachon, Mimoso, el Ecoloco y, el Profesor Menelovsky. 

Se va Chabelo y con Chabelo se va lo que quedaba de los personajes de mi infancia. 

Después de 48 años es él el que le entra a la Katafixia y se queda con la que te asfixia, con un palo, un sarape y una patada del burro que hoy es el dueño de la pantalla. 

Adiós, Cuate. 

Aquí la despedida de Chabelo.

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