Señora ama de casa, señora ama de hogar. Damita. Caballero. Llévelo, llévelo.
Bonito campo de exterminio listo para usarse.
Una lata de Zyklon B. Un poco de leña. Un cerillo. Con eso tiene usted para echarlo a andar.
En el corazón de la Unión Europea, éste campo de exterminio llave en mano tiene una ubicación privilegiada.
¿Es usted un dictador genocida? ¿Está usted en búsqueda de una solución final para ese pueblo incómodo?
No sufra más. Majdanek es lo que usted necesita.
Las barracas de madera hasta con literas. Los pasillos de doble alambre de púas listos para que usted eche a andar la electricidad.
Mire usted las dos cámaras de gas.
Esos techos bajos manchados de azul.
Las puertas herméticas de hierro, con los cerrojos aceitados.
Cuentan con instalación híbrida para Zyklon B o, si Bayer no se lo surte por aquello de la prohibición internacional, dióxido de carbono que puede usted conectar del escape de camión que traiga a sus víctimas.
Pase por aquí al crematorio, está chulo de bonito.
Vea nomás qué obra de ingeniería.
Puede usted operarlo con leña o gas LP.
Está equipado con tuberías que transportan el calor de un horno al otro para la conservación del calor.
La inmensa chimenea que se ve desde kilómetros a la redonda es un excelente sistema de dispersión de las cenizas producto de los cuerpos incinerados.
Además, venga usted por aquí. Vea que chulada, admire esta belleza.
Esto es solo para genocidas de gustos refinados, para expertos, para conocedores; nada de novatos. Mire usted, sus ojos no le engañan.
Eso que ve dentro del crematorio es una bañera. Así es, damita, caballero: una auténtica bañera cuya agua se calienta en las mismas pipas que los hornos.
¿Dónde más va usted a poder tomar un exquisito baño caliente al tiempo que se consumen los cuerpos recién asesinados en su propio campo, eh? ¿Eh? Dígame usted dónde.
Créame, no hay otro campo como Majdanek en el mundo.
¿Qué dice usted? ¿Que qué es ese círculo de piedra gigante lleno de cenizas junto al crematorio?
Ah, déjeme le digo.
Ese es el adorno más conocido de éste campo. Es de renombre mundial. De renombre mundial, le aseguro.
Al interior hay toneladas de cenizas de judíos que fueron quemados aquí. Los comunistas fueron y reunieron todas las cenizas que encontraron en los alrededores y las depositaron aquí.
Es más.
Échele usted un ojo a la leyenda inscrita en el cenicero:
«Que nuestro destino sea el ejemplo para las nuevas generaciones«.
¿No le parece a usted increíble? ¿No es un ejemplo a seguir?
Caray, que bueno que si se anima usted a comprarlo.
¿Cómo quiere usted pagar? Somos flexibles. Le aceptamos pago en especie, si quiere.
¿Petróleo? ¿Uranio? ¿Diamantes de sangre? ¿Esclavos sexuales? ¿Esclavos de trabajo? ¿Maderas preciosas? ¿Agua? ¿Armas? Usted diga.
¿Sanciones de la ONU, dice usted? No’mbre. Usted de eso ni se apure. Venga, acérquese, déjeme contarle un secreto al oído.
El genocidio al mundo le vale madre. Madre. ¿Me oye usted? Madre.
Mire: después del Holocausto judío todos los pueblos y naciones agacharon la cabeza y dijeron entre sollozos «Nunca jamás«.
Después se secaron las lágrimas y volvieron al negocio de la muerte.
La Unión Soviética. Rwanda. Etiopía. Cambodia. Guatemala. Bosnia. Armenia. Anfal. Bangladesh. Timor. Darfur. Nanking. China. Tibet. Ukrania. Los Kurdos. Los Drusos. La guerra civil Siria.
¿Qué le hace una raya más al tigre? Ande. Anímese.